Mi perrijo, mi amigo, mi doula, mi nano: Duque Fitzgerald I (q.e.p.d)

IMG_0331Nunca había tenido perros, hasta hace 3 años que un peludín al que sin  proponérnoslo o buscarlo llegó a nuestras vidas, su carisma nos atrapó inmediatamente, tan fue así que no hubo modo de decir que no lo adoptaríamos. Siempre he creído que es muy importante que en la familia tengas un amigo peludo (cualquier animalito doméstico) no sólo por la compañía, sino porque de alguna manera les enseñamos a nuestros hijos a ser responsables, a respetar el espacio de otros seres vivos, y en muchos casos es la oportunidad de que vivan y asimilen la muerte de un ser querido.

 

La bienvenida del perrijo…

Cuando lo llevamos por primera vez a casa, estábamos eligiendo sunombre, no había forma de decidirnos; así que como él era de raza yorkshire pues buscábamos un nombre con esa categoría mi hija deseaba como de realeza, estábamos entre rey, duque, conde, príncipe, entre otros. Y por otro lado buscaba yo otro nombre pero que fuera especial y único. Dentro de los cuales apareció “Fitzgerald”. El sólo pronunciarlo y decírselo automáticamente él se me acercó y movió su colita, para mí fue un “sí, ese me gusta” y así fue como entre mi hija y yo lo nombramos “Duque Fitzgerald I”. Para muchos un nombre que no era apropiado para un perro, difícil de pronunciar y que según los expertos nunca se lo iba a aprender o iba a obedecer. Pero para nosotros era perfecto, y  él  se lo apropio tanto que  día a día nos demostró cuan inteligente era y que le encantaba su nombre.

Desde que llegó a nuestras vidas, a donde fuéramos él iba con nosotros, siempre bajo mi brazo. Iba a las casas de la familia y amigos (cuando se podía claro), porque era indiscutible que él era parte de la familia. En ocasiones lo llevábamos a fiestas de niños, jugaba con ellos a las atrapadas o a las escondidas, le encantaba el columpio y la resbaladilla. Era la sensación en parques y fiestas. Me daba risa cómo  los amiguitos de Vale (mi hija mayor) cuando iban a buscarla a la casa me decían “Señora deja  a Vale y a Fitzgerald  salir a jugar”,  los dos se me quedaban viendo como preguntando “¿Sí podemos?” y al pronunciarles “si, está bien” ahí iban los dos disparados y como buenos hermanos, cuidándose y jugando. Cuando Vale salía en bici, él ya sabía que su lugar era la canastilla de enfrente y ahí lo ponía, con la velocidad el viento hacia que sFitzgy2u pelo de la cara y su lengua flotaran (supongo eso le encantaba porque en el auto hacía lo mismo)

En la privada donde vivíamos era superconocido, todos lo saludaban “adiós Fitzgerald”, y él siempre orgulloso respondía “guau, guau” ¡ja! me daba risa. También cuando se me escapaba, ya que me daba cuenta le chiflaba y rápido venía, pero a cierta distancia frenaba e inclinaba su cabecita cómo diciendo “chín, me van a regañar” y ya entraba todo agachado como pidiendo perdón. Ya nada mas le decía ¡Ándele, métase! y sin decirle más nada se iba a su cama autocastigado.

Fue muy inteligente y dentro de las cosas que aprendió a hacer fueron las órdenes: sentado, quieto, go, la patita, giraba, se hacía el muerto, decía “mas”, hacía “ojitos”, daba “Kiss”, en fin nunca dejaba de sorprendernos las cosas que aprendía… eso sí cuando se quedaba sólo en casa nunca aprendió a ir al baño donde debía :(. También todas  las mañanas le decía “despierta a Vale que ya se va a la escuela” y rápido se paraba a lamerle la cara y según él la pateaba de la espalda para tirarla. ¡Ah como me reía de eso!

Mi doula y el nano de mis hijos…

Cuando me enteré que estaba embarazada de mi segundo hijo, siempre estuvo como enojoncito conmigo, nunca me había gruñido y en esa época lo hacía muy seguido, algunos me decían que era por el embarazo y otros porque a lo mejor sentía algo raro. Esa época si que sufrí también con mi hija mayor, cómo que les dio fuerte eso de los celos del hermanito. Además, tuvimos muchos cambios entre ellos mudanza de ciudad, otra perrita que era su hija y mi bebé. A causa del estrés sufrió desde entonces una gastroenteritis, según el veterinario por melindroso, corajudo y nervioso.

Recuerdo que cuando me dieron los dolores de parto y al momento de romper la fuente, él nunca se me despegó. Ahí estuvo junto a mi, buscándome mi mano, oliendome. Si me sentaba en una silla, estiraba sus patitas para que lo pusiera en mi regazo. Cuando me acostaba en la cama se subía y se acurrucaba entre mis brazos, cuando estaba en el baño estaba como guarura esperando a que saliera, recostado asomándose entre la rendija de la puerta o rascando para que le abriera. Siempre trataba de acercarse a mi cara y con sus ojitos me decía todo,  que “él quería cuidarme” se acurrucaba bajo mi brazo. Fue sensacional, lo acariciaba en la cabecita pero él insistía en que lo mantuviera a mi lado. Hacía un gemido que nunca había escuchado, sobre todo cuando me venía una contracción fuerte. Se acercaba a mi cara recargándose en mi hombro o espalda, son una raza muy pequeña así que prácticamente apenas y alcanzaba, como que no hallaba qué era lo que podía hacer. Mi maestra de psicoprofiláctico, ya en el hospital, me dijo que él fue mi doula, que su instinto era ayudarme a tranquilizarme por eso quería que lo acariciara. ¡Qué maravillosa es la naturaleza, verdad!

Ya cuando regresé del hospital, era tanta su emoción que no tenía otra forma de expresarlo más que llorando, corriendo, brincando de un lado a otro, lo cargaba y no era suficiente para satisfacer tanta felicidad que le daba verme de vuelta, pobrecito seguramente se quedó preocupado al no saber de mi después de que estuvo conmigo apoyándome en las contracciones. Aunque si notó algo raro en la casa, un olor diferente y su curiosidad no paró hasta que encontró a mi bebé en la cuna. Le ladraba, lo olía, en fin, quería saber qué era. Esta etapa de la llegada del bebé no lo aceptó tan rápido, se puso tristón y  de repente me hacia huelga de hambre, tenía que darle de comer en el hocico. Ya después, cuando Leo tenía 3 meses tenía una carreola que también era mecedora y le enseñé a Fritzgy que arrullara al niño, ¡Sí, es verdad! Se paraba en una orilla de la carreola y la empujaba para que se meciera, y cuando le daba la órden “¡arrúllalo Fritzgy!” empezaba a aullar, así que se convirtió en el “nano” de mi hijo. Ya desde ahí aceptó muy bien a mi Leo quién después le encantaba jugar con él, pero Fritzgy como buen “nano” cuando se despertaba me avisaba y cuando hacia travesuras le ladraba.

 

Fitzgy3Gracias al bendito fular, los paseos de Fritzgy nunca terminaron. Ya que al tener las manos libres me era posible cargar a mi bebé y darle su paseo matutino y a la hora de ir por Vale a la escuela. Además de que claro, antes de dormir le daba su vuelta solamente que esta vez éramos sólo él y yo, era un tiempo exclusivo de nosotros (supongo su momento más feliz, porque siempre platicaba con él y no me compartía con nadie) Lo que más recuerdo de esos paseos  era donde se encontraba con perros más grandes y les ladraba como si no fuera una “pulga amaestrada” siempre le decía “¡qué nunca te has visto al espejo!”… Era un perrito chiquito pero de un autoestima enoooorme.

 

La despedida…Fitzgy1

En fin, como verán Fritzgerald formó parte de mi vida de una manera que me ha marcado para siempre… el término perrijo es tan válido y cierto porque esos peludínes tienen tanta o más capacidad de amor para dar. Desafortunadamente, su gastroenteritis se agravó hasta convertirse en una úlcera y después en una peritonitis séptica que su pequeño cuerpo no aguanto más y no hubo más remedio que dormirlo, ha sido lo más difícil que he hecho… tomar la decisión y después asimilarlo. Afortunadamente me dieron la oportunidad de estar ahí con él, acariciarlo hasta el final… lo tuve en mis brazos todo el tiempo, diciéndole todo lo que lo quería y cuánto lo íbamos a extrañar. Siempre he creído que si así como la vida se recibe con tanta alegría y en lo posible rodeado de las personas que más quieres, la despedida debe ser igual de dignificante y al lado de quienes te amaron. En la clínica veterinaria estuvo además de mi hija y mi marido, mi hermano y mis padres acompañándonos en este doloroso momento. Tuve la fortaleza de hablarle siempre con la verdad a mi hija, de decirle lo que significa la muerte y en este caso con nuestro Fritzgy, que ella decidiera si se despedía por última vez por que ya no lo veríamos más, fue duro pero considero que la muerte no debe ser un tabú y que lo más sano es que nuestros hijos sepan su significado, vivan su duelo y entiendan de alguna manera el ciclo de la vida.

Aunque sé que este espacio lo cree para hablar temas sobre maternidad, no podía dejar a un lado a uno de mis hijos el único peludo de mi casa… mi perrito “Fritzgy”. Este post se lo dedico con todo mi amor a él quien fuera mi más fiel amigo, perrijo y perrihermano. Que en paz descanse mi peludín que ahora está en el cielo de los perros… 😥

¡Parto en Agua… en México es posible!

Estamos muy contentos en Maternidad Natural que hoy se una a este proyecto mi especialista de cabecera Encarni Palomino quien ha sido pieza fundamental en llevar a cabo mis dos embarazos y partos de manera exitosa. Ella es una experta en atender nacimientos de manera natural y en agua, ayudando no sólo en el embarazo con sus cursos de psicoprofiláctico sino también como instructora certificada para ayudar durante todo el proceso de parto (aquí entre nos, da unos masajes en la cintura que para mi fueron manos de Dios por que calmó mucho los dolores de parto) con ayuda moral, técnicas de respiración y concentración y más. Una vez al mes tendrá ella este espacio para que pueda dar información sobre temas de embarazo, psicoprofilaxis, lactancia, dignificación de la mujer en el parto, en fin. Ella es una experta en estos temas y no me queda mas que agradecerle que haya accedido a compartir  toda su sabiduría con nosotras. ¡Y claro está la invitación a otros especialistas a que compartan todo su conocimiento con nosotras!…

Por lo pronto aquí el artículo sobre Parto en Agua que nos comparte Encarni desde  sus antecedentes y la justificación de porqué si puede ser viable tener un parto en agua y que además es posible en México.

Parto en agua

Desde que en los años setenta el médico francés Michel Odent descubriera que el estar sumergido en agua caliente mitigaba las molestias de las contracciones de parto y favorecía la dilatación del cérvix, Michel Odent DVD front copy-2en algunos hospitales de algunos lugares como los Países Bajos (Holanda), Reino Unido, España etc. Instalaron tinas para el nacimiento, donde la mujer puede pasar el periodo de dilatación más cómoda y relajada y si ella así lo desea incluso parir inmersa en el agua.
Pero… ¿Porque el agua ayuda a la dilatación?

Los termoreceptores de la piel son muy rápidos y distrae al cerebro de otras sensaciones, es por esta razón que la mujer se encuentra más tranquila, relajada y con control de su cuerpo, su cerebro trabaja mejor, produciendo las hormonas que se necesitan en el momento preciso, logrando así que no se interrumpa el proceso fisiológico y natural del nacimiento.

Cuando una mujer en trabajo de parto está tensa, asustada, estresada, secreta adrenalina, que aunque en la expulsión del bebé alparto-en-aguacanza niveles máximos, durante el trabajo de parto no debería alcanzar esos niveles que endurecen el cuello del útero dificultando así su dilatación.

Está comprobado que cuando una mujer se sumerge en agua caliente, los niveles de adrenalina disminuyen. También se sabe que la hipófisis se activa por el volumen sanguíneo que se produce con la inmersión ayudando así a la producción de oxitocina (la hormona del amor), hormona imprescindible para las contracciones de parto. También el bienestar de la madre embarazada hace que aumente la secreción de endorfinas anestésicos naturales, que también mitigaran las molestias del trabajo de parto.

 

El parto en agua en México es posible, tú decides. ¡Prepárate!

EncarniPalomino

También pueden ver la entrevista que se le hizo en la Semana Mundial de la Lactancia Materna dar click aquí.

Preparando el nido

Cuando se está más cerca de la fecha probable de parto, más o menos a unas dos semanas previas, empezamos a tener dolores “falsos” pero preparatorios para el gran evento. ¿Cómo que falsos? ¡Sí! parecería increíble pero es cierto, algunas mujeres no las identifican u otras se desesperan y van al hospital de inmediato (muchas veces las regresan pero desafortunadamente en muchas otras los médicos por cuestiones de practicidad deciden mejor hacer una cesárea)

Bueno estos dolores son intensos, se sienten en la espalda baja pero no son frecuentes y sólo dan una sensación rara. Con respiraciones es posible aminorar el dolor o sobándose en esa zona. Cuando eres primeriza puedes confundirte y pensar que es el momento de ir al hospital. Mientras no se haya roto la “fuente” o haya secreción de un poquito de sangre o algún otro indicio, probablemente sea una falsa alarma. De cualquier manera siempre es importante mantenerse en contacto con el médico.

Pero esta duda de cómo saber cuando es la hora puede ponerte muy nerviosa, sobre todo porque muchas veces los familiares y amigos comienzan con las constantes llamadas preguntando ¿ya nació? y si los días comienzan a pasar y no más no hay síntomas de la hora de parir la cosa se empieza a poner muy estrenaste.

Y yo cómo lo viví…

Bueno en el primer embarazo claro que me confundí con los “dolores falsos” y fui al hospital y todo, pero mi doctora me dijo sólo tienes 1 cm de dilatación, regresa a casa camina, sigue con el conteo pero que no se veía que ya fuera el momento. Eso sí, que guardara mi celular y desconectara el teléfono porque lo único que iba a pasar es que las llamadas de “si ya nació” me iban a estresar más. Como ya estaba en la semana 40 y nada, pues la verdad si empieza uno a hacerse la gran pregunta ¿cómo se sentirá?¿cómo sabré?
En el segundo embarazo ya con la practica, pues si identifiqué inmediatamente los “dolores falsos” o preparatorios, hice mis respiraciones, camine y listo.

Lo que sí es que la gente a mi alrededor era la que se ponía nerviosa, ya que me decían -si quieres te llevo al hospital y ahí que te digan que onda, porque no es “normal” que te duela. Entonces ahí es donde lo aprendido en el curso psicoprofiláctico te da herramientas para estar segura y confiada en lo que estás haciendo y decirles que estas segura de lo que pasa. Ser paciente y observadora de tu cuerpo es la clave.

Y claro, lo que recibía de respuesta era “¿cómo sabes que no es hora?”, pues muy sencillo “¡lo sé y ya!”. Cuando eres observadora de tu cuerpo es más fácil intuir el momento exacto, pero además instintivamente existe un comportamiento que toda mujer o hembra hace cuando se alista para la llegada de sus crías y es que “empezamos a preparar el nido”, si es cierto, y yo lo viví. No lo creía cuando me lo decían algunas mujeres o mi abuelita, pero la verdad es que sí. El cuerpo es tan sabio y se conecta tan bien a nuestras emociones y mente que simplemente actúanos así y de forma natural nos preparamos para recibir a nuestros hijos.

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Yo recuerdo que en ambos embarazos exactamente un día antes me dio por limpiar la casa y cuna de una manera especial, como que viene una ola de energía extra (incluso no te dan muchas ganas de dormir) que te da por sacudir o lavar.

Ya después vienen los dolores que empiezan de menor a mayor intensidad. Conmigo iniciaron a las 6:00 am y empecé una cada hora con duración de 1 minuto. y fue paulatinamente aumentando la frecuencia y la intensidad. Ahí es cuando sabes que empieza el recorrido, hay que ser pacientes ya que no es ir inmediatamente al hospital (a menos que haya algo raro).

Una vez que avisé a mi doctora e instructora ambas me dijeron que siguiera con el conteo y registro de las contracciones, que tuviera paciencia que si podía caminara o durmiera para agarrar energía. Así que como buen alumna, me fui a hacer unas compras, caminé y dormí dentro de lo posible porque los dolores ya cuando son intensos es un poco difícil. Al hospital llegué pasada la media noche en ambos embarazos, así que tuve un proceso de parto de inicio a fin de mas o menos unas 24 horas por eso es importante tener un equipo adecuado de doctores para que sean pacientes, te den confianza y respeten tu proceso.

¿Y tú “cómo preparaste el nido”? ¿tú sentiste esta necesidad de limpiar?

Recuerda que los blogs vivimos de tus comentarios, haznos preguntas, compartenos tu experiencia… En otro post compartiré como viví mi parto en agua…

 

 

 

¿CESÁREA NECESARIA? (Parte I)

Cuántas veces he escuchado a las mujeres decir :  “Me tuvieron que hacer cesárea porque mi cadera es muy angosta” o “me programó mi doctor para cesárea porque mi bebé no viene en posición” o “porque el bebé tuvo sufrimiento “ y muchas otras frases, de mujeres que decidieron que se les practicara una cesárea, y porque no decirlo, porque en la mayoría el médico las orilló a tomar esa decisión (algunas veces de manera irresponsable); y lejos de informarles sobre su situación, solo las asustaron, e inevitablemente obligaron a que aceptaran hacerse la cesárea sin contar con otra opinión médica o alguna información mayor. 

Existen situaciones muy específicas por las cuáles se recomienda una cesárea, ya que ésta es al final de cuentas una cirugía mayor que tiene efectos secundarios y/o puede tener complicaciones durante y después del procedimiento quirúrgico; sin embargo, la causa más frecuente que se les dice a las mujeres es que se les hará cesárea porque “el bebé no cabe” o “qué tiene que nacer en la semana 38 porque si no es un riesgo que siga el bebé en el útero”.

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Desafortunadamente se sabe en realidad, que en la mayoría de los casos, se programan cesáreas para comodidad del médico, porque puede agendarlo y así podría atender hasta dos o tres partos al día, o para que no afecte en sus vacaciones pagadas o eventos sociales. En cambio en un parto natural tiene que estar a la expectativa, dándole seguimiento específico a cada mujer ya que cada cuerpo es diferente y la labor de parto puede durar de entre 5 o 12 horas en el proceso de dilatación y nacimiento. Y si además lo convertimos en “pesos” pues un parto por cesárea es más redituable para ellos ya que sus honorarios  van de 5,000 o 10,000 pesos más que en el parto natural. 

 

 

Pero cuáles son los factores reales de riesgo para que un parto culmine en cesárea

  • el bebé está de nalgas (primero los pies o las nalgas) ó está ubicado transversalmente (de lado) en el útero (aunque es posible dar vuelta a algunos bebés antes del comienzo del parto o realizar un parto vaginal con fórceps y anestesia),
  • el bebé tiene ciertos defectos congénitos (por ejemplo, hidrocefalia grave),
  • la madre tiene problemas con la placenta, como placenta previa (la placenta está muy abajo y cubre el cuello del útero),
  • la madre tiene una enfermedad que podría hacer que el parto vaginal implicara un riesgo para ella o el bebé (como VIH o un caso activo de herpes genital),
  • algunos embarazos múltiples,
  • la madre fue sometida anteriormente a una cirugía de útero o a una cesárea (aunque muchas de esas mujeres pueden tener un parto vaginal de manera segura después de una cesárea, pero después de 2 años).

TÚ ERES LA PROTAGONISTAEs importante que por favor sepas que la cesárea es el último recurso en un parto y por ello las que son programadas la mayoría de las veces no tiene sentido llevarlas a cabo. El parto es un acto natural en el que la mujer está preparada físicamente para vivirlo, realmente no se necesita un médico o estar en un hospital, sin embargo se procede de esa forma para que en cualquier emergencia se pueda actuar de inmediato. Pero los protagonistas deben ser tú y tu bebé y tu pareja si te está acompañando, y no el médico que asiste, él debe ser el apoyo y vigilante de que todo esté bien, nada más.

 Y yo cómo lo viví…

Mi primer embarazo estuvo a punto de ser cesárea, todo iba muy bien. En mi primera cita con mi ginecóloga le hablé de mis expectativas de parto, le dije que yo que quería que fuera “natural”, que estaba tomando mi curso psicoprofiláctico y me estaba preparando para el parto y me decía –“Si claro no te preocupes estas muy bien, claro que sí. Vas a ver que si esa es la idea que tú parto sea “natural”. Así que confié en ella y me hice mis revisiones periódicas prácticamente todo el embarazo. Pero cuando tenía apenas 36 semanas en una revisión me dijo que tenía desafortunadamente me iba a programar una cesárea porque según el ultrasonido que me había hecho, mi bebé venía en posición de “nalgas”. Yo la verdad me decepcioné mucho porque estaba en mi curso de psicoprofiláctico y yo tenía mucha ilusión de que fuera “natural”.

En fin, siempre demostró ser una doctora que iba a luchar para que mi parto fuera tal y como yo quería. Pero no siempre se puede, cuando vió mi ultrasonido, sin dudar dijo que me iba a programar a cesárea porque podría tener sufrimiento fetal mi bebé y que ya veía venir complicaciones. Así que cuando fui a mi clase, triste y asustada le dije a mi instructora lo que me había dicho el médico. Mi instructora dijo que tuviera paciencia que hay bebés que no se volteaban hasta el último momento, pero que de todas formas me iba a poner ejercicios para estimular a que mi bebé se pusiera en posición. Así que me dio ejercicios de gateo y ella me sobó con un rebozo (esto lo debe hacer una especialista) para la semana 38 mi bebé estaba de cabeza. Yo me puse feliz, fui con mi doctora y le enseñé mis estudios esperando que se cancelara la idea de la cesárea, sin embargo, ella me dijo que –“lo más seguro es que en esa rotación se haya enredado el cordón umbilical y no podemos arriesgarnos así que el plan de llevar a cabo la cesárea seguía adelante-“.

No podía creerlo, no sabía qué hacer. Así que hablé con mi marido y le plantee la posibilidad de cambiar de médico a lo que él y todo mundo me decía que a estas alturas cómo se me ocurría, que qué tal si el bebé efectivamente tendría complicaciones, etc. Tomé una decisión y busqué otra opinión médica dentro del grupo de médicos que practican partos humanizados, recomendado por mi instructora. Ese mismo día fui con la ginecóloga y ella me revisó y me dijo que estaba bien que no había ningún problema que no me preocupara que viniera cada tercer día y me checaba. Que tuviera paciencia y que siguiera con mis ejercicios que mi instructora había dejado, tanto de respiración como ahora de “pujo”. Que todo estaba bien, que no era necesaria ahorita una cesárea. Finalmente mi hija nació en la semana 41 (cosa que tampoco cualquier doctor espera) y todo transcurrió en el lapso prácticamente de 24 horas con dolores de baja intensidad y que se fueron haciendo más fuertes conforme había dilatación. El parto según mi instructora fue “hermoso” sin complicaciones, fue parto en agua, con mi marido y mamá apoyándome. La verdad, agradezco infinitamente al universo porque me haya puesto en el camino este grupo de especialistas porque hicieron que la experiencia fuera maravillosa de principio a fin. 

NAA

Tú cómo lo viviste, cómo fue tu experiencia déjanos tus comentarios…